lunes, 26 de mayo de 2008

La inmensidad de su microclima

Desde que inicié este blog he querido escribir algo sobre Morton Feldman. O quizá esa inquietud por hacerlo, que me habita desde hace varios años, es la que me condujo a escribir aquí, sabiendo que tarde o temprano trataría este tema esencial y a la vez delicado para mí. Esencial por la importancia que creo ha tenido el trabajo de Feldman en la música y, definitivamente, por la importancia que ha tenido en mí. Pero a la vez es sensible porque no es cualquier tema, no es cualquier música, y la enorme extensión que ésta abarca hace difícil englobar su totalidad en las ideas de un texto; además de que ello implica una gran responsabilidad. Hablar es fácil, pero acercar las palabras al valor artístico de dicha música no lo es.

¿Qué pretendo hacer entonces con este texto? Iniciar.

Comenzaré por una generalidad, que no por ello es insignificante. Usualmente la música es como un objeto. Un objeto que observamos y apreciamos (para bien o para mal) desde una clara distancia. Nos enfrentamos a él, lo analizamos. Podemos sentir afinidad, gusto, empatía, y entonces de alguna manera nos apropiamos de él, lo sentimos "nuestro". O, por otro lado, podemos repelerlo por cuestiones de estilo, materiales, sonoridades e inclusive ideología. Aceptamos o rechazamos el objeto que se nos presenta, que se nos ofrece.

Dicha mecánica no aplica con la música de Feldman. Ésta
trasciende el estado rígido del objeto. Su música es un microambiente, o un microclima (palabra que utilizaría un buen amigo mío). Un universo pequeño en sus dimensiones espaciales reales, pero uno inmenso ante la percepción. Al presenciar la música de Feldman no estamos frente a ella, sino en ella. Esto, por sí solo, es un cambio radical del paradigma musical.

Los invito a leer
más sobre Feldman en este texto de Kyle Gann .


Fotografía por Peter Gena

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