sábado, 18 de julio de 2009

El lado oscuro de la luna (si a alguien le interesa)


En mi trabajo creativo busco simplificar ciertos procesos estructurales para poder ventilar otros que suceden de modo más natural. Una estructura simple -y amplia en espacio/tiempo- permite el desenvolvimiento de fenómenos acústicos más complejos (e interesantes). Para que esto suceda es necesario entablar un acercamiento más íntimo con la sustancia sonora. De este modo el sonido puede ser una entidad con valor en sí misma en vez de un mero elemento sintáctico. El sonido requiere espacio y tiempo para moverse, transformarse, para respirar. A éste no le interesan las ideas, y cuando se le empuja con ellas esconde su naturaleza, su esencia, y de cierto modo se muestra indifirente, como si diera la otra mejilla.

Como en la Técnica Alexander [ver texto anterior], no es necesario hacer mucho con respecto al sonido, sólo establecer las condiciones para que éste haga lo que tenga que hacer. En cuanto mayor sea nuestra intervención en estos procesos, menor libertad. El trabajo artístico se encuentra en el establecimiento de estas condiciones (enorme labor, casi imposible, que conjunta habilidades, percepción, inteligencia, intuición y sensibilidad).

La música, como la conocemos, sabe poco de esto. O mejor dicho, sabemos muy poco de esta otra música. Es como el lado oscuro de la luna, y son pocos los que buscan entrar. Muchos prefieren la certidumbre (de una sintáxis interválica, por ejemplo) y es comprensible, es un lugar seguro. Hay un dicho popular: "Nadie dijo que la vida era fácil". Nadie dijo que el arte lo fuera.