lunes, 19 de mayo de 2008

Apropiación de Identidad

Últimamente me ha llamado la atención la manera en que ciertas personas (inclusive máquinas) se apropian (o las hacen apropiarse) de una identidad ajena para conferir algún mensaje.

Por ejemplo, habrán leído alguna vez textos donde supuestamente es Jesucristo quien se comunica ("... y ese niño pobre al que no ayudaste era yo, Jesús."). Nos escondemos tras la figura nada menos que de Dios para hacer llegar nuestro muy personal punto de vista moral. También me tocó ver una tarjeta que agradecía la asistencia a un "baby shower". Ésta decía: "Gracias por haber acompañado a mi mami." ¡La niña aún no nacía! Por qué mejor no decir: "gracias por acompañarnos", así es la madre quien claramente agradece, evitando un mensaje ficticio. El colmo es cuando llega uno a los cajeros automáticos de ciertos bancos y éstos te dicen: "Espera un momento, te estoy atendiendo." ¿Qué? La máquina no nos está atendiendo, y mucho menos nos dice eso. Es la institución bancaria quien se comunica. Mejor: "Gracias por esperar" o "Gracias por preferir nuestro banco". También, ¿cuántas veces habremos escuchado (o dicho) algo como
"el sistema no me lo permite..." o "son órdenes de arriba"? El ejemplo clásico, desde luego, es el anuncio en los automóviles que dice "me venden".

¿Por qué asaltamos la identidad de los demás y les adjudicamos la responsabilidad de lo que nostros hacemos o decimos? Quizá tememos ser directos, decir las cosas de frente. Quizá no queremos asumir la responsabilidad de nuestros actos, la responsabilidad de ser nosotros mismos inclusive. Somos esquivos y poco claros. Queremos siempre salir bien librados y no comprometernos.

En el arte las cosas no son distintas, es usual buscar salir bien librado. ¿A quién estás usando?

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