sábado, 26 de diciembre de 2009

La esencia de las cosas


Cualquier cosa puede ser pintada. Es más difícil ver si lo que uno hace es bueno o no. Pero eso es lo único que cuenta. Como mostró Duchamp, no tiene nada que ver con lo artesanal. Lo que cuenta no es poder hacer algo, sino ver lo que es. Ver es el acto decisivo, y al final éste ubica al creador y al espectador en el mismo nivel.

-- Gerhard Richter.

jueves, 8 de octubre de 2009

Sueño


En veces imagino la existencia de una autoridad musical. No una de moral estética o basada en ideologías y/o creencias de origen no artístico, sino de una moral más elemental de respeto al arte mismo. Me encantaría, por ejemplo, que a un mal cantante se le niegue la posibilidad de berrear lieder de Schubert y Schumann; que a una orquesta o a un director mediocres se les prohiba meterse con Mozart o Beethoven; o que a un pianista que ve teclas pero no las escucha se le remita a un grupo de baile y se le retiren las partituras de verdadero arte musical que pueda tener (que seguramente serán fotocopias únicamente).

Pero claro, no es posible. En realidad yo mismo estaría en contra de ello. El hacer algo así implicaría ejercer una serie de políticas, y como ya es evidente, la política es un canal ideal para que el ser humano pueda degradarse. Pero aunque la autoridad musical no pueda ni deba existir, es agradable soñar de vez en cuando.

domingo, 23 de agosto de 2009

La S(u/o)ciedad del Espectáculo


Cuando algún alimento cae al suelo, no falta quién diga "ya lo chupó el diablo". Así veo aquello relacionado con el espectáculo. Todo lo que toca es como si lo chupara ese cuernudo, coludo y bigotón.

El espectáculo parece un ser insaciable que mientras devora todo lo que entra en contacto con él crece sin límites. Hace mucho que el espectáculo pasó de ser un fenómeno a una mentalidad. La guerra, la política, la vida social, la familia, las religiones, la educación; no parece haber nada excento de tan nefasta y adormecedora influencia. Mentes brillantes se opacan al contagiarse, al confundirse por el poder del espectáculo. Nos rodea de tal modo, permea casi todo, que es difícil distinguir el grado de influencia que tiene, la manera en que echa a perder y trastoca, poco a poco, hasta los fundamentos más sólidos de aquello que llamamos civilización.

Es triste ver cómo el arte sucumbe ante esta fuerza. Más bien cómo sucumben aquellos que buscan hacer arte. Yo creo que el arte no está por acabarse, como muchos piensan (la sociedad del espectáculo). Es más, creo que el arte siempre existirá (mientras nosotros existamos) y su núcleo se mantendrá limpio de todo aquello que busque idiotizar, manipular y finalmente destruir conciencias.

El deseo de poder y dinero no podrá nunca contra el arte. El primero se muestra abiertamente celoso de la permanencia del segundo. Claro, no todo aquel que se dice artísta está inmune. La lucha verdadera de éste radica en que el arte no se le caiga de las manos y lo chupe el diablo.


jueves, 20 de agosto de 2009

Tiempo perdido


Últimamente nadie tiene tiempo. Al parecer se está extinguiendo.

Con mi música espero devolver al mundo un poco del tiempo perdido.

lunes, 3 de agosto de 2009

Bagaje musical


Encontré este video en NetNewMusic, donde Jeff Harrington lo utiliza para llamar la atención sobre las expectativas musicales. Resulta impresionante (como este video muestra, pero no por él únicamente) el grado profundo en el que llevamos inscritas ciertas nociones y criterios musicales. Si entendemos esto podremos entender por qué buena parte del siglo anterior suena como cachorrito perdido.

World Science Festival 2009: Bobby McFerrin Demonstrates the Power of the Pentatonic Scale from World Science Festival on Vimeo.


sábado, 18 de julio de 2009

El lado oscuro de la luna (si a alguien le interesa)


En mi trabajo creativo busco simplificar ciertos procesos estructurales para poder ventilar otros que suceden de modo más natural. Una estructura simple -y amplia en espacio/tiempo- permite el desenvolvimiento de fenómenos acústicos más complejos (e interesantes). Para que esto suceda es necesario entablar un acercamiento más íntimo con la sustancia sonora. De este modo el sonido puede ser una entidad con valor en sí misma en vez de un mero elemento sintáctico. El sonido requiere espacio y tiempo para moverse, transformarse, para respirar. A éste no le interesan las ideas, y cuando se le empuja con ellas esconde su naturaleza, su esencia, y de cierto modo se muestra indifirente, como si diera la otra mejilla.

Como en la Técnica Alexander [ver texto anterior], no es necesario hacer mucho con respecto al sonido, sólo establecer las condiciones para que éste haga lo que tenga que hacer. En cuanto mayor sea nuestra intervención en estos procesos, menor libertad. El trabajo artístico se encuentra en el establecimiento de estas condiciones (enorme labor, casi imposible, que conjunta habilidades, percepción, inteligencia, intuición y sensibilidad).

La música, como la conocemos, sabe poco de esto. O mejor dicho, sabemos muy poco de esta otra música. Es como el lado oscuro de la luna, y son pocos los que buscan entrar. Muchos prefieren la certidumbre (de una sintáxis interválica, por ejemplo) y es comprensible, es un lugar seguro. Hay un dicho popular: "Nadie dijo que la vida era fácil". Nadie dijo que el arte lo fuera.

lunes, 18 de mayo de 2009

Composición y la Técnica Alexander

Acabo de escribir un texto en mi otro blog, aquel escrito en inglés, sobre algunas reflexiones en torno a la posible relación entre la Técnica Alexander y la creación musical. Selecciona el título o aquí.

miércoles, 11 de marzo de 2009

El Bien y el Mal

Alguien me dijo hace unos días que el bien y el mal no existen. La conversación giraba (y vaya que giraba) alrededor de un caso que, entre otras cosas, presentaba abuso infantil. Se me argumentaba que dichos comportamientos son, en este caso particular por lo menos, resultado de una patología derivada del abuso que el mismo abusador sufrió en la niñez. Esta patología, por un lado, desencadena una especie de impulso incontrolable de hacer daño, de repetir la desafortunada situación de la infancia; por otro lado, se me informa, la noción del bien y el mal queda rebuscada de tal forma que, para una persona así, su comportamiento no es necesariamente reprobable, sino que puede inclusive creer que actúa correctamente. Por lo tanto, la noción del bien y del mal es una ficción, ya que todo es subjetivo.

Estoy en total desacuerdo. Lo subjetivo y lo relativo son, a mi juicio, la máscara característica de la actualidad. Esta es una actualidad desinteresada del humanismo e interesada en todo aquello que es encasillable. Las verdaderas cuestiones humanas escapan la categorización, mientras que lo demás, lo superfluo, es empaquetable, vendible como producto o servicio (buena parte de la educación actual califica como lo último). Es común, por lo tanto, permanecer en un estado de falta de compromiso, manteniendo un nivel básico de ideas y pseudoteorías de fácil digestión y adaptación a esquemas lógicos, lo cual facilita su traspaso (de mente en mente) y adopción.

El bien y el mal existen, y la línea que los separa no es tan borrosa como muchos quieren pensar. Esta máscara de subjetividad y relativismo es sólo una justificación. ¿De qué? De lo que hacemos o podríamos llegar a hacer. Pero desde luego, como dice Rob Riemen en su Nobleza de Espíritu, nadie puede poseer la verdad del bien y el mal. Es una búsqueda perpetua, un diálogo no sólo con el mundo, sino con uno mismo.

La misma falta de compromiso que lleva a la justificación de casi cualquier cosa la vemos en ámbitos de la vida menos drásticos en apariencia que, por seguir con el ejemplo mencionado, el abuso infantil. Es lamentable ver esto en el arte, por ejemplo, donde los participantes gustosamente se ponen la máscara y se deslindan de responsabilidad. ¿Qué decir si todo ya está dicho? ¿Qué nos queda más que repetir los logros del pasado? ¿Por qué entonces no aprovechar la situación, adaptarnos y vender obra basándonos en estos preceptos? ¿Y qué mejor que justificarnos teórica y académicamente?

Podemos pensar que los detractores del humanismo, del arte, son aquellos que lo minimizan, lo ignoran o abiertamente lo atacan. Pero en realidad sus enemigos más corrosivos se dicen artistas y trabajan bajo la bandera del arte. Yo no creo en banderas, creo en las personas íntegras que buscan la verdad y distinguen entre el bien y el mal.

jueves, 12 de febrero de 2009

De conocimiento y técnica

"¿Quién dominará el dominio y qué queda del sujeto cuando se convierte en objeto del saber y de la técnica?"
-André Comte-Sponville

Aunque enfocada a la medicina, también es una buena pregunta para compositores.