jueves, 8 de octubre de 2009

Sueño


En veces imagino la existencia de una autoridad musical. No una de moral estética o basada en ideologías y/o creencias de origen no artístico, sino de una moral más elemental de respeto al arte mismo. Me encantaría, por ejemplo, que a un mal cantante se le niegue la posibilidad de berrear lieder de Schubert y Schumann; que a una orquesta o a un director mediocres se les prohiba meterse con Mozart o Beethoven; o que a un pianista que ve teclas pero no las escucha se le remita a un grupo de baile y se le retiren las partituras de verdadero arte musical que pueda tener (que seguramente serán fotocopias únicamente).

Pero claro, no es posible. En realidad yo mismo estaría en contra de ello. El hacer algo así implicaría ejercer una serie de políticas, y como ya es evidente, la política es un canal ideal para que el ser humano pueda degradarse. Pero aunque la autoridad musical no pueda ni deba existir, es agradable soñar de vez en cuando.