Cuando a la música se le restan las teorías, sistemas y estilos que nacen fuera del carácter particular de un sonido o complejo sonoro, el vínculo con la materia sonora se hace más estrecho y la experiencia auditiva se fortalece. Se entra en una dimensión perceptiva en donde la presencia sonora y sus cambios, transformaciones y/o transiciones son el trasfondo mismo de la música al presentar equivalencias potenciales con la realidad física (Naturaleza, entorno) y la psique (mundo interior del creador y el escucha).
Es como pasar de la ideología (sistemas de orden) al arte.
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